miércoles, 10 de diciembre de 2008

Aprender a pensar críticamente


Hay que aprender a pensar críticamente. El pensamiento crítico es la única arma y la única defensa que tiene el hombre frente a los peligros de la vida. Porque si yo no pienso críticamente, estaré sujeto a todas las influencias, a todas las sugerencias, a todos los errores y a todas las mentiras que se difunden, y con lo que me han adoctrinado desde pequeño.

No se puede ser libre, no se puede ser uno mismo, no se puede tener el propio centro en sí mismo, a menos que uno sea capaz de pensar críticamente y, si se quiere, cínicamente.

Pensar críticamente significa hacerse consciente. los niños, desde luego, son mucho más críticos que los adultos. Cuando un niño oye decir a su madre a la señora X, que viene de visita: "Ay, cuantísima alegría me da verla!!", y seguir profiriendo todo el rato lindezas semejantes... hasta que la seora X se va y entonces, le dice a su padre: "¡Gracias a Dios, que ya se ha ido!", bueno, pues el niño ve esta inconsecuencia y quizá se atreva a preguntar, pero poco a poco le irán reprimiendo el pensamiento crítico. La madre, o le dice una mentira, o se irrita, o se avergüenza, o le dice: "¡Tú no lo entiendes!", y así le va sofocando todo pensamiento crítico hasta que deja de tener ideas.

El pensamiento crítico es la facultad humana específica. El pensamiento instrumental, o sea, pensar cómo conseguiré, qué haré para coger esto y aquello, cosa que hacen muy bien los chimpancés. De hecho, los chimpancés son unos animales con una inteligencia instrumental excelente. En experimentos, han cumplido tareas tan difíciles que muchas personas no habrían podido hacerlas. En cambio, la facultad de pensar críticamente es una dote natural exclusiva del hombre y es a la vez su único recurso. Sólo con el pensamiento crítico puede el hombre apreciar la realidad. Por eso, desde un punto de vista puramente biológico, podemos decir que, cuanto más cerca esté uno de la realidad, tanto más capaz será de vivir su vida adecuadamente. Y cuanto más lejos esté de la realidad, cuanto más engañado esté, tanto menos capaz será de enfrentarse a la vida de forma adecuada.

En su introducción a la Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel, Marx escribía una frase que también podría ser el lema del psicoanálisis: "La exigencia de renunciar a los engaños sobre la propia situación es la exigencia de renunciar a una situación que necesita del engaño" (K. Marx, 1971, página 208). Porque si no eliminamos los engaños, mantenemos vivas las circunstancias insanas que sólo a ellos deben su existencia.

El pensamiento crítico no es una ocupación, sino una facultad. No es algo a lo que se dedique un filósofo cuando hace de filósofo ("¡vean, heme aquí pensando críticamente!") y pueda dejar de hacer, como al quitarse la chaqueta cuando vuelve a casa. Es una cualidad, una capacidad, una actitud, un modo de entender las cosas. "Crítico" no quiere decir hostil, negativista o nihilista. Al contrario, el pensamiento crítico está al servicio de la vida, eliminando los obstáculos individuales y sociales que nos paralizan.

Pero si vivimos en un mundo que hace todo lo posible por disuadir del pensamiento crítico, se requiere valor para ejercerlo, aunque tampoco se debe exagerar este valor necesario. Hablo del pensamiento crítico, no de la acción crítica ni de la expresión crítica. El hombre puede pensar críticamente incluso bajo la tiranía. Si no quiere arriesgar la vida, no podrá hablar críticamente, pero sí podrá pensar críticamente. Y así será mucho más libre y feliz que el hombre atrapado en sus ideas, preso de una doctrina en la que no cree. Se podrían escribir volúmenes sobre la relación entre el pensamiento crítico y la salud mental, la neurosis y la felicidad. Si los filósofos en general hablasen más ad personam, refiriéndose más a lo que significa la filosofía en su vida y en la vida de ustedes, el pensamiento crítico, en efecto, la filosofía sería mucho más evidentemente un terreno de gran importancia personal. Porque, hablemos de Socrates, Espinosa o Kant, lo esencial de ellos es que nos enseñan a pensar críticamente.

Por: Cecilia Mazenet (Estudiante Universidad del Magdalena)